jueves, 8 de noviembre de 2012

Ni ganas.

Me retuerzo tumbada en el sofá y: nada. Me siento y: nada. Me enciendo la música y me recorro la habitación con la mirada y: nada. No hay manera. Me ponga cómo me ponga, no se para cierto dolor que tengo últimamente en el pecho. Y por cierto, quién me mandaría encender la música... Supongo que el "aleatorio" del móvil me odia y quiere hundirme más, porque cuando me quiero dar cuenta, ya me ha puesto nuestra canción. Él no se acordará de ella, pero bah, sigue siendo nuestra canción; además, no soy capaz de borrarla. Le doy vueltas al móvil con las manos, mientras miro la pantalla. Reviso mis llamadas perdidas, sin resultado, o, si quiera, haciéndome más daño al no encontrar lo que estoy buscando.
De repente, creo oír que llueve fuera. "¿Por qué no?". Cojo al perro y salgo a mojarme a la lluvia de noviembre. Dios mío, debo de ser tonta. Ahora no puedo sacarme la imagen de un puto beso bajo la lluvia.

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