Acaricio el teclado cómo con la necesidad de hacerlo, cómo si escribir me sirviese para no discutir conmigo misma. Pero qué más da.
Siempre termino hablando de tu espalda y mis dedos sobre ella a ritmo de jazz de fondo. "Nuestro jazz", qué bonito suena. Pero así no me ayudo, para nada. Sólo termino haciéndome todavía más daño.
[Y voy escribiendo un poco más.]
O siempre acabo hablando de su media sonrisa, sí, esa que me encanta tanto. O de los escalofríos en la espalda por las cosquillas de los recuerdos. O hasta de tus ojos miel, que teniéndolos, quién los necesita azules...
[Y va saliendo todo.]
Pero al final, te das cuenta de que sí has escrito, más o menos, y que no me ayuda para nada.
Y que esta guerra es sólo de puertas para dentro.
Escribir siempre ayuda. Escribir pensando en espaldas y en ojos color miel y en medias sonrisas siempre acaba con cosas pequeñas, intensas, bonitas. Como esto.
ResponderEliminarHas plasmado justo lo que me pasa, lo que siento. Es increible.
ResponderEliminar