sábado, 3 de noviembre de 2012

Él.

Podían ser las cinco de la mañana.
Un chico sentado en el borde de un banco se encendía un cigarro mientras miraba al cielo. Iba solo. Estaba triste, la echaba de menos. Su pelo, sus ojos, su sonrisa, a ella entera.
Se echó la mano al bolsillo buscando el móvil, necesitaba llamarla. La prometió que esta noche, si de verdad la quería, iba a llamarla.
De repente, se quedó pálido. ¿Dónde coño estaba su móvil? Joder, no lo encontraba, necesitaba pensar algo rápido. "No importa, Miguel, tranquilo" se intentó decir. Corrió hacia casa de un amigo que vivía por ahí, él podría dejarle el móvil, y le llamaría desde ese.
Aliviado pensó que le daba tiempo a llamarla antes de las seis. Y le dio tiempo. Y la llamó. Pero no lo cogía. Llamó otra vez. ¿Se habría dormido? No... Esta vez saltó el contestador, había apagado el teléfono. A lo mejor era ella la que no le quería.
Y completamente roto, se encendió otro cigarro.

1 comentario:

  1. m eencantas tambien te sigo en twitter :D pasate si eso http://corazonescoleccionables.blogspot.com.es/

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