Tumbado en el sofá y encogido como un gato: suspiraba cada no mucho.
Tenía la espalda descubierta. Los pequeños rayos de luna que asomaban con miedo desde la persiana le empalidecían; pese a los lunares. Tenía frío. Por lo menos: temblaba.
Parecía de esas noches en las que a tu subconsciente le debe parecer poco una pesadilla, y padeces de una tras otra.
Se retorcía.
En cierto punto murmuró algo tan intangible, que lo entendí perfectamente. Estaba soñando con su infancia.
Le arropé y apoyé su cabeza en mi pierna izquierda, como a él le gustaba, teniendo cuidado de no ahogarme con las lágrimas rojas.
Se retorcía.
En cierto punto murmuró algo tan intangible, que lo entendí perfectamente. Estaba soñando con su infancia.
Le arropé y apoyé su cabeza en mi pierna izquierda, como a él le gustaba, teniendo cuidado de no ahogarme con las lágrimas rojas.
Me pregunto qué me gusta más, tu Twitter o tu blog. No hay palabras.
ResponderEliminarTienes talento.
http://www.azucarycenizas.blogspot.com.es
¿Cómo escribes tan bien? Enserio, me encanta.
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