domingo, 20 de enero de 2013

No enredar los pies al andar.

La habitación es blanca.
Una chica se levanta de la silla con cuidado de no enredar los pies al andar. Se siente inestable. No se siente bien ni en su casa. Se acerca a la ventana. Cualquiera envidiaría unas vistas así todas las mañanas. El cielo lleva puesto un vestido rosa claro con tonos casi anaranjados. Pese a ese espectáculo, si miras al fondo se puede predecir con facilidad la tormenta.
La joven parece intranquila mientras juega nerviosa con el móvil. Le llama. No le llama.
Lleva meses así, parece que no va a acabar nunca.
Le llama, no le llama.
Coge delicadamente su orgullo y lo lleva en brazos hasta una habitación. Y lo encierra.
Le llama.
Parece que los truenos empiezan a sonar en la lejanía.
-¿Hola?
-¿Qué?
No se lo esperaba. La voz femenina que responde al otro lado del móvil la rompe en dos.
Los truenos ya están casi rozando su habitación.
Cómo a cámara lenta el móvil cae emitiendo un duro "crash" cuando roza el suelo.
La chica hace estrellar un jarrón que tiene al lado contra éste también.
Los ruidos que emite el cielo en cada trueno no tienen nada que envidiar.
La habitación es blanca. Pero parece que se hubiese nublado.

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