lunes, 26 de noviembre de 2012

Ni la prosa se salva de ti.

Llevaba unos días completamente abúlica. Ya ni la disforia de su habitual rutina o de no verle, la hacían padecer un sentimiento distinto a "la nada". Si tenía ganas de algo era de que se acabase todo, de que este estado pasase rápido. Aunque no lo tenía muy claro. Padecer el dolor de "sentir" tampoco la agradaba de ninguna forma. Se limitaba a vivir. Y a escribir.

(Ay, escribir...)

Escribía todos los días. Intentaba no hacerlo pero, aunque se pusiera a escribir en tercera persona, siempre acababa hablando de "él". Y mira que ella odiaba al amor todo lo que se le puede odiar cuando no sientes nada, pero aquel tema salía sólo. Ni la prosa se salvaba de mencionarle de algún modo.
Se había dado cuenta de que ya ni se molestaba en peinarse bien todas la mañanas, o vestir cosas bonitas y elegantes. "¿Para quién lo iba a hacer?"- Se decía sin respuesta propia. Como mucho, las cosas las hacía por ella. Y no necesitaba verse "guapa" para sí misma.
Se iba a odiar igual.

1 comentario: